De poco nos sirve un cerebro brillante y un elevado cociente
intelectual si no entendemos de empatía, si no sabemos leer emociones propias y
ajenas.
Ser extranjeros del propio corazón y de esa conciencia social donde aprender a conectar, a gestionar el miedo y a ser asertivos es dejar a un lado valiosas capacidades.
Porque la inteligencia emocional es, lo
queramos o no un pilar esencial para ser felices.
A nadie le sorprenderá si decimos que a día de hoy el debate
sobre lo que es y no es la inteligencia parece no haberse cerrado del todo.
La evidencia empírica constata, por ejemplo, la existencia
del factor “G” de Spearman, entendido
como un fundamento básico y esencial que define todo comportamiento
inteligente.
También tenemos la teoría triárquica de Robert J. Sternberg,
y cómo no, el popular enfoque de las inteligencias múltiples de Howard Gardner.
“la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y
los de los demás, de motivar- nos y de manejar adecuada- mente las relaciones”.
Capacidad para la auto-reflexión: Identificar las propias
emociones y regularlas de forma apropiada.
«La clave para alcanzar un alto cociente intelectual
colectivo es la armonía social».
-Daniel Goleman-
Edward L. Thorndike, definió en 1920 la «inteligencia
social», esa habilidad básica para comprender y motivar a otras personas.
David Wechsler, 1940, dejó claro que ningún test de
inteligencia podía ser válido si no se tenían en cuenta aspectos emocionales.
Howard Gardner, la séptima de sus inteligencias, la llamada
inteligencia interpersonal, muy parecida sin duda a la emocional.
Wayne Payne, 1985 cuando apareció por primera vez el término
«inteligencia emocional» gracias a la tesis doctoral de, la cual, llevaba por
título Un estudio de las emociones.
El desarrollo de la inteligencia emocional.
Solo 10 años
después, un psicólogo y periodista norteamericano llamado Daniel Goleman inició
algo que aún no se ha detenido y que nos ha hecho descubrir a todos, el gran
poder que las emociones tienen sobre lo que somos, lo que hacemos y en cómo nos
relacionamos.
¿Qué es realmente la inteligencia emocional?
La inteligencia emocional empieza con la conciencia de uno
mismo y también con la conciencia social. Es decir, cuando somos capaces de
reconocer las emociones (y su impacto) en todo lo que nos rodea.
Esta dimensión responde a otro modo de entender la inteligencia más allá de los aspectos cognitivos, tales como la memoria y la capacidad para resolver problemas.
Hablamos ante todo de nuestra capacidad para dirigirnos con efectividad a los
demás y a nosotros mismos, de conectar con nuestras emociones, de gestionarlas,
de automotivarnos, de frenar los impulsos, de vencer las frustraciones…
Asimismo, supone entender que gran parte de nuestros
comportamientos y decisiones se basan en emociones. El ser humano es una
criatura emocional que un buen día aprendió a pensar y a razonar. Este puede
parecer un aspecto algo polémico, pero no está exento de verdad.
Entenderlo, asumirlo nos permitirá tener un mayor control
sobre nuestro comportamiento.
Las 4 dimensiones que conforman la Inteligencia Emocional
según Daniel Goleman
1. Autoconciencia emocional
2. Automotivación
3. Empatía
4. Habilidades sociales
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